El pasado 23 de abril, día de Sant Jordi, cumplí uno de mis mayores sueños: estar en Barcelona en la fiesta de los libros y las rosas. He de reconocer que llevaba las expectativas muy altas y una idea muy equivocada de lo que es esta feria, al querer compararla, por asociación, con la Feria del libro de Madrid, a la que casi todos los años acudo.
Habíamos proyectado el viaje a Barcelona como un encuentro de Yincaneras, el grupo de lectura al que pertenezco desde su origen. Cualquier viaje desde Ribadeo (Lugo), ciudad en la que habito, es complicado, ya que en esta esquinita del noroeste ibérico las comunicaciones son malas, por no decir que pésimas y escasas… No obstante, no se me dió mal, teniendo en cuenta que tuve que hacer malabares para coger un vuelo a primera hora de la mañana en nuestra comunidad vecina, Asturias, para desde el aeropuerto de Aviles poner rumbo a la capital catalana. Llegué bastante bien, todo hay que decirlo. Estuve un fin de semana en Barcelona, de viernes a domingo. El viernes fue un día espléndido, gozamos de una temperatura primaveral, como debía de ser, y con las compañeras de la iniciativa estuvimos visitando la ciudad condal. No era la primera vez que visitaba Barcelona y, como siempre, me encantó pasear por sus calles y plazas y visitar sus monumentos. El día siguiente, Sant Jordi, también nos hizo un día típico de primavera, claro que en la peor de sus acepciones, porque se convirtió en una jornada horrorosa en la que todos los elementos se dan cita y parecen querer cobrar protagonismo, haciéndose la competencia entre ellos a ver quien destaca más: llovió tanto que cuando alguien nos comentó que Noé había apostado su arca en el Paseo de Gracia esquina a la calle Mallorca salimos corriendo para ver si le quedaban plazas libres; vientos con tintes de huracanados y alguna que otra granizada que nos obligó en más de una ocasión a resguardarnos de cualquier manera y en cualquier lugar. Vamos, una experiencia cuasi religiosa. ¡Qué día tan espantoso! Las casetas se inundaban, los libreros se agarraban a las estructuras como los marineros a los mástiles de su embarcación durante la tormenta para que no se venciesen e incluso algunas salieron volando… De ese día, a pesar de la climatología, el recuerdo con el que me quedo es que en la caseta de Alrevés, tuve el privilegio de conocer -en persona- a la autora de la novela que hoy comento, y aunque no pude hablar mucho con ella, la impresión que me dejó fue extraordinaria.
Resumiendo, teniendo en cuenta lo ocurrido, tengo que volver nuevamente a Barcelona por Sant Jordi, porque me niego a quedarme con esa inefable impresión.
Título: Será nuestro secreto
Autora: Empar Fernández
Editorial: Alrevés
Fecha primera edición: 28 febrero 2022
Número de páginas: 353
ISBN: 978-84-18584-28-2
Empar Fernández (Barcelona, 1962). Es profesora de Historia en un instituto público, columnista ocasional y novelista. En solitario ha publicado tanto novela negra con títulos como Sin causa aparente y la Trilogía de la culpa (La mujer que no bajó del avión, La última llamada y Maldita verdad, -nominada al premio Hammet y ganadora del Tenerife noir y del Cubelles Noir-) como novelas que abordan episodios de nuestra historia contemporánea, como Hotel Lutecia y La epidemia de la primavera, nominada al premio Espartaco a la mejor novela histórica.
Noa, una tímida adolescente de catorce años, desaparece tras una función escolar en el exclusivo colegio privado Sain Michael's School, al que acuden los hijos de los miembros más destacados de la alta burguesía barcelonesa como el empresario, y padre de Noa, Víctor Renom.
Cuando se hace evidente que Noa, una chica singular, no ha huido de casa, el subinspector Mauricio Tedesco pasa a encargarse del caso. Con su flema, sus silencios y su desencanto, se sumergirá en una trama que se irá enredando cuando comience a hacer preguntas y a descubrir todos los secretos que se esconden tras la apariencia, brillante e impoluta, de unas vidas expuestas al lujo y a la despreocupación, pero que también ocultan envidias, desamores e, incluso, la frustración de los deseos incumplidos.
Con una prosa directa, limpísima, siempre elegante y en ocasiones inusitadamente incisiva y poética, Empar Fernández desentraña, con el escalpelo de una mirada asombrosamente observadora, la maraña de anhelos, ambiciones y hambre de poder que mueve a unos personajes a los que retrata, sin embargo, con una gran dosis se verdad no exenta, por momentos, de delicadeza, ternura y hasta compasión.
En esa mezcla de desencanto y verismo, de realidad incisiva y, sin embargo, ausencia de rencor lo que hace de esta novela coral, al amparo de una trama criminal adictiva, una crónica asombrosamente ágil y certera de una élite atrapada en los demonios de su propia decadencia.
Esta es una novela coral, con muchos personajes, pero de entre todos ellos, me he permitido seleccionar a, en mi opinión, los más representativos.
Noa Renom Nasarre, es una adolescente de apenas catorce años que, tras la celebración de un concierto en su colegio, desaparece sin dejar rastro. De origen chino, fue adoptada cuando apenas había dejado de ser un bebe. Su delicada apariencia es la de una niña que parece tener menos edad de la que tiene, Es amable, juiciosa, en cierta manera ambiciosa, y se esfuerza lo todo lo que puede y más por conseguir que sus padres se sientan orgullosos de ella porque, a pesar de su notable inteligencia, piensa que si no da la talla la devolverán al orfanato del que la recogieron.
Victor Renom, padre de Noa y de Raúl. A sus cuarenta y dos años es un afamado empresario de la construcción. Profesión que le viene de familia y con la que ha llegado a la cima. Siente verdadera pasión, como padre, por Noa.
Aitana Nasarre, madre de Noa. Profesionalmente se dedica a la decoración, campo en el que es una reconocida profesional. Aitana ama mucho a sus dos hijos, pero mientras Noa es la niña perfecta que no causa ningún problema, Raúl es hiperactivo y necesita toda su atención.
Obviamente en una novela negra, no puede faltar la parte policial, de entre todos ellos, sobresalen:
Mauricio Tedesco, dirige la investigación por la desaparición de Noa. Con sus casi sesenta años el alto y corpulento subinspector de policía está cansado y se ve viejo, pero ello no es inconveniente para, como siempre, entregarse de lleno a lo que siempre ha sido su objetivo en la vida.
Ivan Cabrera es un agente del equipo investigador. Es tan peculiar como efectivo y entre sus rarezas destaca el que no está en su naturaleza hablar por hablar; es más, es de esas personas que no sabe conversar. Su único objetivo está en el caso en el que trabaja. No gasta su tiempo en cuidar su imagen, ni falta que le hace, se diría que el control que ejerce sobre sus gestos y ademanes es tan rotundo que en comisaria algunos de sus compañeros le han apodado la Esfinge y, para otros, es la Momia.
La novela está estructurada de forma original. Comienza con dos impactante citas, para entrar de lleno en materia. Los capítulos no son numerados, sino que llevan como título el día de la semana en que transcurre la acción y van de viernes a viernes, aunque eso sí, la autora nos lleva con mucha naturalidad al pasado de algunos de los protagonistas de la historia. Finaliza la novela con una breve lista de agradecimientos. Se ve que la autora es escueta pero muy concreta.
Esta novela engaña en su apariencia: es de las que parece que te las vas a leer de una sentada, pero no, su lectura es muy densa, la letra pequeña y, sobre todo, es de las que, por lo menos en lo que a mí se referiere, tienes que parar de cuando en cuando y tomar aire, pues sus 353 páginas te envuelven en una atmosfera de terror, sin despeinarse, sin mostrar ni sangre ni torturas ni esos socorridos recursos que algunos autores utilizan para ponernos los pelos de punta.
En esta novela la autora, con oraciones cortas y diálogos sucintos, nos va envolviendo en una atmósfera de terror, nos hace vivir una angustia desconcertante en el día a día que nos va narrando. Momento a momento va deteriorando la vida de unos padres que se culpan de la desaparición de su hija.
Para continuar indagando en las relaciones de pareja y las que se establecen entre padres e hijos, pasando por esa prensa amarilla que se afana, encaramada frente a un problema, para captar la imagen más sórdida posible y así poder escribir el titular más impactante.
También seremos testigos de cómo la autora nos hará partícipes de los problemas que se originan con la identidad sexual, agravados cuando transcurren durante la adolescencia o las consecuencias aparejadas por el consumo de drogas o alcohol. Y no serán los únicos, porque de todos ellos destacaría, sobre los demás, esa verdad universal en la que parece que todos tenemos un precio y que los que se hallan en la cúspide de esa montaña llamada Opulencia, lo pueden comprar todo, voluntades, influencias y sentimientos, mientras tapan sus miserias y esconden sus infamias como si se tratase de travesuras, en el mejor de los casos, mientras juegan con la impotencia de los más desfavorecidos. Los de siempre.
En definitiva, Será nuestro secreto es una historia exquisitamente urdida y muy bien llevada a cabo que me permito recomendar a todos aquellos/as que disfruten o, al menos sepan apreciar, lo que es una verdadera novela negra.