La novela que hoy reseño, como es habitual en este blog, ha llegado a mis manos a través de la iniciativa #SoyYincanera.
Como nos comentó una de
las jefas de la iniciativa, hace algún tiempo conoció personalmente al autor,
Santiago Díaz y le sorprendió -además de por su simpatía- por la calidad de su
pluma. Por eso, la oportunidad de hacer una Lectura Simultánea de esta novela
ha sido no solo una satisfacción personal para ella, como nos ha contado, sino
que el resto de Yincaneras hemos podido comprobar sus razones.
Título: El buen padre
Autor: Santiago Díaz
Editorial: Reservoir
Books
Idioma: Español
Presentación: Tapa blanda
con solapas
Páginas: 413
ISBN: 978-84-17910-99-0
Después de recibir una llamada de alarma, la policía encuentra en un chalé de una urbanización madrileña a un hombre manchado de sangre y un cuchillo con sus huellas junto al cadáver de su mujer.
Un año más tarde, un
anciano se entrega a la policía afirmando ser el secuestrador de tres personas
desaparecidas: el abogado defensor de su hijo, la jueza que le condenó y una
joven estudiante que testificó en su contra en el juicio. Convencido de que los
tres fueron sobornados, el hombre asegura que morirán uno cada semana hasta que
detengan al verdadero asesino de su nuera y su hijo sea liberado.
La inspectora Indira Ramos, de una ética tan inquebrantable como su fobia a los microbios solo tiene tres semanas para resolver el caso antes de que "el buen padre" lleve a cabo su macabro plan.
Aunque la novela, por su formato, parece ligera, cuando empiezas a leerla te das cuenta de que no es así, que la trama es de las que se las trae por enrevesada, por las muchas subtramas que se originan a su vez, lo que da pie a una gran cantidad de personajes, minuciosamente perfilados y absolutamente reales, más allá de que el entorno de muchos esté a años luz de lo que una persona normal y corriente tenga oportunidad de conocer en su día a día. Por ello, precisamente, voy a destacar solamente a algunos de ellos, los que son puntales en esta historia para no extenderme demasiado ni morir en el intento:
Policías
Indira Ramos, 36 años. Es una joven inspectora de homicidios muy poco corriente, además de estar diagnosticada con un trastorno obsesivo-compulsivo que le impide tener un comportamiento medianamente normal, es una persona muy recta -actitud que ya desde su niñez le ha causado problemas- motivo por el que se ha ganado un profundo rechazo de todos sus compañeros al atreverse a delatar a un compañero por colocar pruebas falsas.
Iván Moreno, Subinspector del equipo de la Inspectora Ramos. La relación de profundo desprecio entre él y su jefa es recíproca, no se aguantan ninguno de los dos, precisamente porque aquella delación de Indira tuvo un damnificado, que fue el mejor amigo y mentor del subinspector y desde entonces se ve incapaz de reprimir su repulsa, sin importarle las causas disciplinarias que su actitud implica, que no le permiten presentarse a los exámenes de ascenso a pesar de cumplir todos los requisitos exigidos.
Si por ella fuese, le echaría de su equipo, pero Moreno es el policía con más instinto que conoce
Oscar Jimeno, es un joven abogado, psicólogo y criminólogo que trabaja en el equipo de la inspectora Ramos como oficial. Desde niño quiso ser policía, aunque con un coeficiente intelectual a la altura de Albert Einstein podría haber ejercido cualquier carrera; pero, muy a su pesar, su gran inteligencia, no le proporciona la osadía y el arrojo necesario para el ejercicio de la profesión que ha elegido.
Los secuestrados
Almudena
García, 59 años, jueza de un
Juzgado de violencia de género, se acababa de incorporar a estos juzgados y su
primer caso fue el del asesinato de Andrea Montero. La jueza tiene un secreto,
que de conocerse puede acabar con su impoluta carrera de forma fulminante.
Juan Carlos
Solozábal, de 40 años. Es el
abogado que defendió a Gonzalo Fonseca. Lo contrató su padre, Ramón Fonseca,
quien le conoció en un viaje. El abogado tiene una comprometida situación
sentimental en el momento en el que es secuestrado.
Noelia
Sampedro, de 22 años. Es una
joven estudiante de Comunicación Audiovisual que saca unas notas muy buenas
notas. Además, físicamente Noelia es una mujer muy guapa y, a pesar de su
juventud ha sabido sacar partido de ello.
Otros
Ramón Fonseca, es un anciano que se trasladó a Madrid desde
Málaga, cuando acusaron a su hijo del asesinato de su esposa. Lleva un año viviendo en Madrid y su esposa
murió recientemente. Ramón cree firmemente en la inocencia de su hijo y
sostiene que el juicio en el que éste fue condenado fue una farsa y, como ya no
tiene nada que perder, urde un secuestro buscando la justicia que está seguro
no ha funcionado con su hijo y maquina una trama tan diabólica como bien
ejecutada, para obligar a la policía a que reabra el caso y demuestre la
inocencia de su hijo condenado a veinte años de prisión por el asesinato de la
que fue su esposa.
Gonzalo
Fonseca, de 43 años, hijo de
Ramón Fonseca, se encuentra en prisión, acusado del asesinato de esposa, Andrea
Montero. Gonzalo, trabajaba como director comercial de una marca de
electrodomésticos, donde tenía un buen sueldo y hasta el momento de su
detención no tenía ningún antecedente penal.
Andrea
Montero, la mujer asesinada y
esposa de Gonzalo Fonseca, tenía 37 años cuando falleció. Tampoco tenía
antecedentes penales. Estudió una ingeniería y trabajaba desde hacía varios
años como jefa de obra de una importante constructora. Sus ingresos eran casi
el doble que los de su marido, lo que les permitían mantener un elevado nivel
de vida.
Sebastián Oller, de 62 años, es un empresario madrileño casado y con tres hijos dueño de un grupo de empresas de lo más diverso: restaurantes, salas de fiestas, negocios de importación-exportación, pero la joya de la corona es la su constructora. Sebastián ha tenido problemas con la ley por obras ilegales y supuestos sobornos, pero está bien relacionado y ha salido de rositas sin pasar por presidio.
La acción se desarrolla principalmente en Madrid, salvo un pequeño viaje a la provincia de Málaga.
En Madrid, de la mano de sus personajes, que ejercen como cicerones de excepción, conoceremos algunos de los rincones más significativos de la capital, mientras aprendemos algunos detalles de lo más interesantes, como el que el solar donde hoy en día se ubican los Nuevos Ministerios, en pleno Paseo de la Castellana, era donde antiguamente se encontraba el hipódromo. Curiosamente, he leído novelas donde este lugar aparecía, pero siempre he sido incapaz de ubicarlo.
La trama transcurre en el presente, salvo el primer capítulo que comienza un año antes, cuando la policía acude a un domicilio porque una vecina ha oído gritos y allí descubren el cadáver de una mujer y en la habitación de al lado a un hombre ensangrentado con un cuchillo a su lado, también manchado de sangre. A partir de ese momento se inicia la pertinente investigación policial que concluye en un juicio en el que se dictamina la culpabilidad del sujeto a pesar de que éste nunca la ha admitido.
La presentación -rustica con solapas- con una cubierta que no puede ser más sencilla, a tres colores: negro, rojo y blanco, muestra la imagen de un reloj de arena roto con la marca de un disparo, pero a pesar de su sencillez es una buena alegoría de lo que nos vamos a encontrar.
La historia está estructurada en cinco partes que se dividen en 89 capítulos muy cortos que además de leerse muy bien por lo ágil que es la prosa del autor, van in crescendo en cuanto a intriga a medida que la trama avanza. Al final nos encontramos con los agradecimientos. Está contada en tercera persona por un narrador omnisciente.
Como decía antes, el primer capítulo comienza un año antes y, a partir de ese momento, la trama transcurre en el presente, en un espacio temporal muy corto de tan solo tres semanas. También encontramos en el argumento saltos atrás que nos permiten conocer detalles importantes sobre los personajes.
Esta es la primera novela que leo de Santiago Díaz, y para mi vergüenza, he de decir que tengo en la estantería de los libros pendientes su primera obra: Talión, que mi hermana me regaló, hace un par de años -no sé con qué motivo- y que a pesar de su buena recomendación no he encontrado tiempo para leerla, a lo cual pienso poner remedio sin ninguna dilación, porque, he de decir y con toda justicia, que me ha encantado esta novela.
Y, ahora mismo, me cuesta mucho explicar si ha sido por lo bien construidos que están los personajes, o por el acierto de sus diálogos, tan inteligentes como ilustrativos de cada situación, o por la intensidad tanto de su trama principal como la de las secundarias, por lo bien escrita que está o, sencillamente, por los mil y un detalles que te llevan a vivir esta historia intensamente, porque sabiendo que se trata de ficción, en todo momento sientes que es más real que la vida misma.
Es una novela que si no fuese porque tengo la extraña manía de demorar todo aquello que me gusta mucho, pensando que alargándolo el placer que me suscita durará más, se podría leer de una sentada, o como mucho de dos, porque la intriga es incontrolable.
Todo en esta novela es de nota, como ya dije antes: desde los personajes hasta las tramas (da igual que sea la principal como las secundarias que afectan a otros personajes), porque a medida que van concluyendo, a medida que se van dirimiendo los conflictos, asistimos a un final totalmente extraordinario, que no por más impredecible es menos verosímil, precisamente porque su desenlace es de lo más espectacular, similar a una traca en la que se estallido final siempre es sorprendente.
Reflexión: Hay cosas que deben hacerse y se hacen, pero nunca se habla de ellas. Uno no trata de justificarlas; no pueden ser justificadas. Se hacen, simplemente.
Esta reseña participa en la iniciativa #YincanaCriminal 2021:
En el apartado: La acción transcurre en Barcelona o Madrid de la sección Made in Spain