me lleve una gran alegría pues en todas las librerías veía la novela en los primeros puestos de venta y unas críticas muy buenas de la novela, así que sin dudarlo un momento me apunté a la lectura.
Autor: Javier
Castillo
Núm. de
páginas: 438
Editorial:
SUMA
Presentación:
Tapa blanda con solapas
ISBN:
978-84-9129-218-0
Año de
edición: Marzo de 2019
Tras el éxito arrollador de El día que se perdió la cordura y El día que se perdió el amor, con más de 300.000 ejemplares vendidos, Javier Castillo, maestro del suspense, despliega su virtuosismo narrativo para profundizar en los misterios de lo cotidiano, allí donde permanecen ocultos los miedos más primarios. Una experiencia de lectura palpitante y enérgica que corta la respiración. Un fin de semana en una cabaña en el bosque. Un matrimonio en crisis. Una misteriosa desaparición. ¿Qué ha sucedido con Miranda Huff? Una pareja en crisis decide pasar un fin de semana de retiro en una cabaña en el bosque en Hidden Springs, pero cuando Ryan Huff llega para encontrarse con Miranda la puerta está abierta, hay dos copas de vino sobre la mesa, nadie en el interior y el cuarto de baño se encuentra lleno de sangre. Todo lo que sucedió con Miranda Huff es un thriller psicológico de ritmo vertiginoso donde parece imposible encontrar a Miranda con vida. Lo que Ryan desconoce es que la desaparición de su mujer conecta su historia con la de su mentor, el gran James Black, y con el descubrimiento del cadáver de una mujer desaparecida treinta años atrás en la misma zona.
Javier
Castillo creció en Málaga, estudió empresariales y un Master in Management en
ESCP Europe. Ha trabajado como consultor de finanzas corporativas, pero
abandonó los números a raíz del éxito de su primera novela, El día que se
perdió la cordura (Suma), convertida en un fenómeno editorial, publicada en
Italia, México, Colombia, Argentina y Portugal y próximamente en Turquía, Japón
y Corea. Asimismo los derechos audiovisuales han sido adquiridos para la
producción de la serie de televisión. Su segunda novela, El día que se perdió
el amor (Suma), afianzó a Javier Castillo como maestro del suspense y ambas
novelas llevan vendidos más de 350.000 ejemplares en España. Todo lo que
sucedió con Miranda Huff es su tercera novela y supone su confirmación como uno
de los mejores escritores del género.
Esta situado en Los Ángeles, y más concretamente en Hollywood, la cuna del cine,
donde parece que la inmensa mayoría de los habitantes de la ciudad son actores,
guionistas (como nuestros protagonistas) o directores de cine. Miranda y
Ryan viven en una gran mansión, cuya hipoteca difícilmente pueden atender.
Asisten a cuantas fiestas se celebran en la ciudad, si es posible a las más
fastuosas, para seguir haciéndose un hueco en el complicado entramado del mundo
del celuloide y llevan un nivel de vida que no pueden mantener, dado que las
oportunidades laborales son cada vez más complicadas, al menos para Ryan, que
parece adolecer de la tan temida página en blanco y, dada su profesión, es lo
más parecido a una tortura.
Nos
encontramos con unos personajes rotundos y muy bien diseñados, cuando se trata
de los protagonistas y un poco más desdibujados si hablamos de los secundarios.
No obstante, salvo raras excepciones, ninguno de ellos despierta la más mínima
empatía. Creo que el autor se ha esmerado en ello y lo ha conseguido con
creces.
Miranda y Ryan
Huff: Son guionistas. Se conocieron en la Universidad, el primer año que
pisaron las aulas y, desde entonces, no se han separado.
Son una pareja joven y atractiva, aparentemente felices, aunque poco a poco descubriremos que todo es una fachada de cara a la galería, porque, precisamente, no atraviesan su mejor momento, ya que los problemas parecen haber hecho mella en la pareja: son incapaces de comunicarse, a no ser que sea para discutir y, a nivel económico, navegan a la deriva, viviendo en precario de los pocos anuncios que Miranda puede hacer, por lo que las deudas les sobrepasan.
Ryan tiene una personalidad bastante primaria y su comportamiento es bastante predecible. Miranda es más compleja. Según su marido es bastante creativa y tiene una mente muy ágil. Sin embargo, para Miranda, a medida que le ha ido conociendo, las impresiones son otras.
James Black: Es un solitario y afamado director de cine. Ya había cumplido los sesenta, pero gozaba de mucho prestigio y es un hombre respetado y admirado en su profesión. Una vez retirado, elige la universidad en la que en su día se formó para impartir sus clases.
Para Ryan Black es su mentor, su ídolo, su referente, tanto humano como profesional, pero Miranda, sin embargo, según le ha ido conociendo no le tiene demasiada simpatía.
Son una pareja joven y atractiva, aparentemente felices, aunque poco a poco descubriremos que todo es una fachada de cara a la galería, porque, precisamente, no atraviesan su mejor momento, ya que los problemas parecen haber hecho mella en la pareja: son incapaces de comunicarse, a no ser que sea para discutir y, a nivel económico, navegan a la deriva, viviendo en precario de los pocos anuncios que Miranda puede hacer, por lo que las deudas les sobrepasan.
Ryan tiene una personalidad bastante primaria y su comportamiento es bastante predecible. Miranda es más compleja. Según su marido es bastante creativa y tiene una mente muy ágil. Sin embargo, para Miranda, a medida que le ha ido conociendo, las impresiones son otras.
James Black: Es un solitario y afamado director de cine. Ya había cumplido los sesenta, pero gozaba de mucho prestigio y es un hombre respetado y admirado en su profesión. Una vez retirado, elige la universidad en la que en su día se formó para impartir sus clases.
Para Ryan Black es su mentor, su ídolo, su referente, tanto humano como profesional, pero Miranda, sin embargo, según le ha ido conociendo no le tiene demasiada simpatía.
Paula Hicks,
profesora en la misma universidad, fue el gran amor de James Black cuando este
cursaba allí sus estudios. Es una mujer espectacular, madre de dos hijos de
corta edad.
La primera
impresión al tener en mis manos la novela fue buena porque, como os decía al
principio, me familiaricé con ella desde los escaparates de las librerías. Me
encantó la portada a simple vista, pues transmitía ese punto de misterio implícito
en el título y que guarda relación con la trama.
Ni qué decir tiene que empecé a leerla de inmediato y, aunque la estructura es sencilla una vez te acostumbras, al principio me pareció compleja. La razón es que está narrada por tres personajes distintos que alternan presente y pasado. También se alterna la primera persona (cuando el relato lo realizan Ryan o Miranda) y tercera persona (cuando el protagonista es Black, en que el narrador pasa a ser omnisciente. Como planteamiento me ha parecido muy original, a pesar de los saltos en el tiempo.
Ni qué decir tiene que empecé a leerla de inmediato y, aunque la estructura es sencilla una vez te acostumbras, al principio me pareció compleja. La razón es que está narrada por tres personajes distintos que alternan presente y pasado. También se alterna la primera persona (cuando el relato lo realizan Ryan o Miranda) y tercera persona (cuando el protagonista es Black, en que el narrador pasa a ser omnisciente. Como planteamiento me ha parecido muy original, a pesar de los saltos en el tiempo.
La novela está
estructurada con un prólogo al que le siguen 52 capítulos bien proporcionados y
un epílogo. Se lee rápido, pues los capítulos son cortos y la prosa sencilla,
sin concesiones y la historia te atrapa desde el primer momento, incitándote a
continuar leyendo. Ambas tramas giran alrededor de un afamado director de cine
y la novela tiene ese espíritu, a veces me daba la impresión de que estaba
viendo una película.
Esta es la
primera obra que leo de Javier Castillo y la verdad sea dicha es que sentía
mucha curiosidad por todo lo que había leído sobre sus dos novelas anteriores,
con las que consiguió convertirse en un fenómeno editorial. La trama es
brillante en algunos momentos, aunque me hubiese gustado que sacase más partido
a algunos personajes. Por otro lado, quizás por el entorno donde transcurre, en
ocasiones me ha dado la sensación de que se quedaban cabos sin atar,
posiblemente porque en muchos sentidos, me siento muy alejada de las costumbres
americanas, de su modo de vivir y proceder la mayor parte de las veces. Sin
embargo, me impactó sobremanera el giro final por inesperado y eso que más de
una vez, por el modo en que está estructurada la novela, me hizo recordar a
otra de factura parecida: Perdida de Gillian Flynn.
En definitiva,
tenía muchas ganas de conocer a Javier Castillo y espero seguir haciéndolo en
el futuro.