Con Todos los veranos del mundo damos por concluida
la primera temporada de Lecturas Simultáneas en #SoyYincanera. Está claro que
tanto el inicio de la misma como el final han sido memorables, sin olvidar que
en el camino hemos leídos libros que son auténticas joyas, que nos han hecho
debatir, emocionarnos, ilusionarnos y sufrir con la maldad humana en todas sus
versiones, porque aunque somos en esencia amantes de la novela negra y
criminal, no hacemos ascos a ningún género, como ha sido el caso de esta novela,
una sorpresa inesperada que ha hecho nuestras delicias y, en particular las
mías.
Todos los veranos del mundo ha sido mi primer
acercamiento a la prosa de Mónica Gutiérrez y ahora tengo muy claro que seguiré
de cerca su andadura literaria, porque he agradecido enormemente que esta
historia llegase a mis manos y poder disfrutarla, porque me ha parecido
divertida por momentos, dadas algunas situaciones que se plantean a lo largo de
la trama, pero también sensible. Tremendamente sensible. La prosa es exquisita;
de hecho, en la novela hay muchas referencias a otros escritores y sus obras y
se aprecia el enorme bagaje literario que posee la autora, porque nada es
gratuito. Pero, como lectora, quiero destacar que, a medida que iba leyendo, no
podía despegarme del libro, del mismo modo que esa sensación de armonía que
encontré al abrir la novela y que no me abandonó hasta pasados unos días de su
lectura.
Datos
técnicos
Título: Todos los veranos
del mundo
Autora: Mónica Gutiérrez
Editorial: Roca
Páginas: 320
Fecha de publicación: 05
de julio de 2018
ISBN: 9788417092924
La autora:
Mónica Gutiérrez nació y vive en Barcelona. Es
licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y en
Historia por la Universitat de Barcelona (UB). Apasionada lectora, escribe
novela, relatos y poesía. En la actualidad compagina la escritura de ficción
con la docencia y suele charlar de literatura con buenos amigos en su blog.
Debutó en el mundo de la publicación con Cuéntame una noctalia, y las buenas
críticas de Un hotel en ninguna parte, su segunda novela, han mantenido a la
autora durante más de un año en la lista de los más vendidos de Amazon. El
noviembre de Kate (2016) fue su primera novela con Roca Editorial.
Sinopsis
Helena, decidida a casarse en Serralles, el pueblo de
todos sus veranos de infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la
boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos. Un lugar sin sorpresas, hasta
que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido de vista
durante muchos años, y la vida en el pueblo deja de ser tranquila.
Quizás sea el momento de refugiarse en la nueva
librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su
madre y a las terribles ausencias. Quizá sea tiempo de respuestas, de cambios y
vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando.
Los personajes:
Helena es una joven abogada que
lleva conviviendo con su novio, juez de profesión, varios años; llevan una
convivencia, plácida y rutinaria, acorde con el carácter de ambos y los
trabajos que desarrollan.
Jofre, el prometido de Helena,
es uno de los jueces más jóvenes de la Audiencia Provincial de lo Civil de
Barcelona, un hombre serio, responsable, predecible y volcado en su trabajo.
Marc Saugrés, vecino de Serralles
hasta que con 14 años sus padres le enviaron a estudiar a Inglaterra; Marc fue
el amigo inseparable con el que Helena pasaba los largos días de sus vacaciones
estivales, pero desde entonces no han vuelto a verse.
Silvia, es la hermana menor de
Helena, ecologista, peleona y activa militante de Greenpeace. Aunque las dos
hermanas tienen un carácter muy distinto, Silvia es el pepito grillo de Helena
Xavier, es el hermano mayor de
Helena, escritor de éxito. De los tres hermanos, él es el más divertido y
cariñoso, pero ahora está atravesando una difícil situación personal desde que
Lucia, su mujer, le dejó. Xabier y sus
dos hijos Anna y Miquel, ya adolescentes, están en Serralles para acompañar a
Helena en su boda.
Escenarios:
La acción transcurre durante los últimos días del mes
de agosto en Serralles, un pequeño pueblo de ficción, ubicado al pie de los
Pirineos. Allí se encuentra la vivienda familiar en la que pasaban las
vacaciones de verano y donde ahora vive la madre de Helena desde que se quedó
viuda. Un pueblo en el que el tiempo se ha detenido y, aparentemente, todo
permanece igual a como ella lo recuerda.
Helena, la protagonista de esta historia, vuelve a
Serralles para organizar su boda con Jofre, que se celebrará en unas semanas.
No ha sido fácil, porque desde que murió su padre, un par de años antes, no se
ha sentido capaz de volver al lugar donde había sido tan feliz en su compañía.
Allí se reencontrará con su familia: su madre, sus dos hermanos y los dos hijos
de uno de ellos. También será el momento de volver a ver a todos los habitantes
de ese pequeño pueblo del Pirineo donde vivió parte de su infancia y
adolescencia y que todavía permanece igual que lo recuerda.
Helena, que no soporta los cambios porque ella es más
de rutinas y de tenerlo todo controlado, nada más llegar se da de bruces con la
primera sorpresa: la vivienda familiar ahora es una especie de castillo
moderno, almenas incluidas. Pero eso no es todo, ya que en cuanto traspasa la
renovada puerta de acceso, ahora de cristal, se da cuenta de que ha entrado en
una escuela de cocina rural para turistas en donde su madre, junto con algunas
de sus amigas, imparten talleres de cocina.
Esta será la primera de las sorpresas, pero no la única, que irá
descubriendo. Porque el pueblo también ha cambiado, se han abierto nuevos
negocios, como la nueva librería-biblioteca llamada “La biblioteca voladora”
regentada por un dueño ciertamente extravagante y con un sentido comercial muy
particular. Por no hablar de la floristería del pueblo, cuyo dueño también
tiene su aquel.
La novela, narrada en primera persona, está
estructurada en 22 capítulos, que no van numerados sino titulados. La lectura es ágil y amena. Como no me gusta
etiquetar no voy a entrar en si es más feelgood (ese tipo de novelas que se
escriben para hacerte sentir bien porque llevan implícitas un mensaje positivo)
que romántica o viceversa.
Conclusión:
Una novela simpática, que
se lee en dos tirones y que te transporta a esos años de feliz infancia, cuando
el calendario marcaba el final del curso escolar y que deja sensación de
placidez y una sonrisa en la cara durante varios días, porque todos añoramos
ese “Serralles” en nuestras vidas. Una
novela que no me importaría volver a leer. Y por último os dejo con esta gran
reflexión que encontramos en la novela:
Esta reseña participa en la iniciativa :