El autor:
Daniel
Vázquez Sallés nació en Barcelona en 1966. Licenciado en Ciencias de la
Información en la UAB, trabajó como técnico cinematográfico y guionista hasta
que dio el salto a la literatura con Flores negras para Roddick. Entre las
obras publicadas destacan la novela La fiesta ha terminado y los ensayos Comer
con los ojos y Recuerdos sin retorno. Para Manuel Vázquez Montalbán.
Si
tuviera que irse a una isla desierta, se llevaría un ejemplar de El factor
humano, de Grahame Greene, y a la hermana gemela de Marion Cotillard, si la
tuviera.
Desde
que me apunté a la iniciativa #SoyYincanera no gano para alegrías. A menudo
pienso que ya ni tengo que preocuparme en buscar información para elegir un
libro u otro, que siempre he sido muy caprichosa cuando me veo en algún
escaparate de una librería y muchas veces me han dado gato por liebre. Ahora
son otras (en este caso, Carmina y Kayena), quienes lo hacen por mí y rara es
la vez que se confunden. Como el requisito que ponen para conseguirlos es
participar en los sorteos, que suelen ser bastante divertidos y facilones, la
sensación de egoísta incorregible va creciendo en mi porque lo poco que puedo
hacer al respecto encima me gusta y me divierte.
Es
por todo esto por lo que Lena, de Daniel Vázquez Sallés llegó a mis manos:
participando en su sorteo, mientras pasaba un rato muy agradable durante el
cual me esforzaba por intervenir mediante tuits. A los pocos días los libros
comenzaron a llegar y comenzó la Lectura Simultánea.
Para
los que todavía no habéis vivido una experiencia como esta, me gustaría
comentaros que es muy edificante. Imagino que todo aquel que se acerca a un
blog de reseñas para ver qué nos ha parecido a quienes hablamos de ella lo
hacéis también porque el mundo de la literatura os atrae. Pues bien, poder
hablar de la novela con otras personas que la están leyendo a la vez, a las que
vas conociendo poco a poco gracias a esta iniciativa es como pisar el séptimo
cielo. He pasado y estoy viviendo unos momentos indescriptibles a cuenta de estas
Lecturas; de hecho, empiezo a temer que algún día se acabe esta locura, porque
los ratos que pasamos "al otro lado de Yincaner@s" no tienen precio.
Las risas están aseguradas del mismo modo en que ves cómo, poco a poco, se
empiezan a fraguar amistades.
Por
poner un ejemplo, Lena ha venido a corroborar todo lo que os he dicho,
porque a cuenta de ella ya estamos pensándonos en ir unos días a Tolstoi Farm,
todos juntos, a pasar un fin de semana y, con esa excusa, dejar durante una
buena temporada a Ana M., Mari y Kayena para que se conviertan en
"aristócratas del crimen", porque lo andan pidiendo a gritos.
¿Y
qué ha tenido esta novela en particular para que se nos haya hecho tan especial
al grupo? Varios aspectos, sencillos de entender y difíciles de explicar porque
considero que la mejor manera de acometer esta lectura es sabiendo lo
imprescindible. Sin embargo, como por mucho que me esfuerce me va a costar la
vida presentárosla de una manera atractiva, os dejo la sinopsis y desde ahí
intentaré transmitir lo que para mí ha significado:
SINOPSIS:
La primera vez que Martín vio a Lena en la
playa tenía doce años y ya entonces supo que esa joven sería la mujer de su
vida, pero para ello debería pagar un peaje: convertirse en un asesino a
sueldo.
Y
aunque quizá fue la casualidad la que cruzó su vida con el Posibilista, tal vez
no fue tanta la coincidencia de asumir la condición humana de matar por
encargo. Porque si algo estaba escrito no era su vocación, sino su amor demente
por Lena, esa escritora fatal amada -y renegada- por sus semejantes.
Asumir
la identidad de Knopfler y los infinitos riesgos que conlleva ser un criminal
no fueron para Martín un impedimento, porque su objetivo final, Lena, era el
regalo. Y es que, a fin de cuentas, Lena es la historia de amor a lo largo del
tiempo entre un asesino a sueldo y una novelista.
Daniel
Vázquez Sallés no juega con el lector, pero sí lo acompaña en un recorrido
vital lleno de curvas y de guiños a la ciudad de Barcelona y a algunos
personajes que en algún momento de sus vidas se han cruzado con el autor.
OPINIÓN
PERSONAL:
Lo
primero que me llamó la atención del libro fue el peculiar estilo del autor, ya
que aunque desde la primera página te das cuenta del tono en que va a narrarse
al estar escrita en primera persona por Martín-Knopfler, uno de los
protagonistas (y no, ni el personaje es escocés ni guarda relación con el
cantante y guitarrista de los Dire Straits) a lo largo de la lectura esa
singularidad se hace más y más evidente, a medida que vamos conociendo al
personaje más íntimamente y las circunstancias que le irán rodeando a lo largo
de la vida.
Martín
era un niño normal, no vayáis a creer que las ansias de matar le acompañaron
siempre. Es más, creo que nunca las ha tenido, porque el hecho de haberse
convertido en un asesino a sueldo de élite solo fue fruto de la casualidad.
Huérfano de madre desde los seis años, vive con su padre, chófer de un
millonario constructor que amasó su fortuna levantando barrios marginales en
pleno apogeo franquista y que cuando se cansó de ganar dinero, se reconvirtió
en intelectual trasnochado valiéndose del poder del que gozaba como buen
cachorro del régimen. Si os digo la verdad, es todo un personaje, lo cual tiene
más mérito todavía cuando el sentimiento más liviano que este hombre genera en
el lector es el de asco mortal, ya que todo lo que de él transciende es corrosivo,
viscoso, porque es la personificación del vómito, dado que nunca ha conocido la
moral, ni la ética.
Fue
precisamente durante unas vacaciones en la playa de la familia Virao, cuando
Martín conoció a Lena. Él tenía tan solo doce años y ella veinte. En realidad
se llamaba Elena Cohen, era escritora en ciernes y la amante del momento de
Sebastián Virao. Lena no se fijó en él, pero Martín se enamoró de ella y se hizo el
firme propósito de conseguirla, tarde o temprano.
Desde
ese momento, la vida para Martín gira en torno a cómo conseguir acercarse a
ella. Tiene claro en ese momento que ha de ser por la vía de la literatura y
toma la decisión de convertirse en escritor para estar a su altura y encuentra
la fuente de la sabiduría en la biblioteca de Sebastián Virao.
No
es fácil e irá pasando el tiempo. Llegado a la juventud, comenzará la carrera
de Derecho y trabará nuevas amistades. Nacen, en aquella época, los Dire
Straits, una pandilla de la que Martín es la cabeza visible y de ahí que tome
como alias el de Knopfler.
Para costearse sus caprichos Martín trabaja en una agencia de viajes y escribe la novela con la que quiere impresionar a Lena llegado el momento, pero sus amigos de esto no saben nada, porque son unos malcriados de familias boyantes y clasistas que no le mirarían a la cara de saber a qué estrato social pertenece.
Todo se complica cuando su padre muere, porque más allá de lo que le pueda afectar en lo personal, necesita protección económica para seguir manteniendo su status. También se llevará un varapalo cuando acude a una presentación de la nueva novela de Elena Cohen, pues tras conseguir pasar la noche con ella y ofrecerle su manuscrito, ella le echa con cajas destempladas y le indica que la novela no tiene calidad literaria.
Para costearse sus caprichos Martín trabaja en una agencia de viajes y escribe la novela con la que quiere impresionar a Lena llegado el momento, pero sus amigos de esto no saben nada, porque son unos malcriados de familias boyantes y clasistas que no le mirarían a la cara de saber a qué estrato social pertenece.
Todo se complica cuando su padre muere, porque más allá de lo que le pueda afectar en lo personal, necesita protección económica para seguir manteniendo su status. También se llevará un varapalo cuando acude a una presentación de la nueva novela de Elena Cohen, pues tras conseguir pasar la noche con ella y ofrecerle su manuscrito, ella le echa con cajas destempladas y le indica que la novela no tiene calidad literaria.
Aparece
entonces El Posibilista cuando Martín empieza a tocar fondo y prácticamente le
mantiene, tanto en sus gastos corrientes como con la droga, que consume a
diario y en cantidades industriales. Le propone unirse a la Organización para
la que trabaja y convertirse en asesino a sueldo. Tras unos reparos iniciales,
acaba aceptando la oferta, motivado más que nada porque desde esa perspectiva
es viable que pueda ganarse su sitio en el corazón de su amada.
Pero para conseguir el éxito tendrá que pasar por chapa y pintura y, de ese modo, le enviarán a talleres para adquirir todas las habilidades que un trabajador de este tipo debe poseer. Tras una estancia en Tolstoi Farm, emprende la segunda fase: crearse una identidad que le permita disimular a qué se dedica realmente. Tiene que casarse, a ser posible con una mujer anodina y gris como la personalidad que él debe mantener y tener hijos, así como un trabajo estable que le permita viajar sin crear sospechas. Para lo primero le dan carta blanca, en cuanto al trabajo "oficial", se lo proporcionará la Organización.
Pero para conseguir el éxito tendrá que pasar por chapa y pintura y, de ese modo, le enviarán a talleres para adquirir todas las habilidades que un trabajador de este tipo debe poseer. Tras una estancia en Tolstoi Farm, emprende la segunda fase: crearse una identidad que le permita disimular a qué se dedica realmente. Tiene que casarse, a ser posible con una mujer anodina y gris como la personalidad que él debe mantener y tener hijos, así como un trabajo estable que le permita viajar sin crear sospechas. Para lo primero le dan carta blanca, en cuanto al trabajo "oficial", se lo proporcionará la Organización.
Cuando
consigue realizar unas cuantas misiones y convertirse en el mejor de los
asesinos a sueldo, volverá a encontrarse con Elena Cohen, que ya está en horas
bajas como escritora y, como presumía, su idilio se hace realidad. Y, de no ser
por la ambición de Lena, que no se resiste a pasar inadvertida, quizás su amor
se hubiese consolidado... ¡pero nos hubiésemos quedado sin una historia tan
original y adictiva como sorprendente!.
¿Y
por qué os digo esto? No sé si he sido demasiado explícita a la hora de contar
la trama. Es posible, aunque también os digo que todo lo contado es solo la
punta del iceberg, porque donde reside, para mí, la grandeza de esta novela es
en disfrutar de la forma de narrar del autor, con unos recursos literarios a la
altura del mejor escritor que podáis conocer. Para que os hagáis una idea de la
manera tan rotunda y descarnada de dirigirse al lector, os pongo un simple
párrafo de los que aparecen en las primeras hojas:
“Soy
un ser con dos vidas. La de asesino frío
y despiadado, y la de padre rumiante de una familia de apocados. Mi primera vida es la auténtica y llegue a
ella desnudo con el único deseo de ser amado.
La segunda, la del honrado padre de familia, es una tapadera, una
falacia que me sirve como puerto al que recalar antes de volverá zarpar en
busca de la mujer que me abrió las puertas de su jardín secreto”.
A
todo ello, también quiero mencionar la riqueza del vocabulario que emplea, la
forma de adjetivar que utiliza, pues cogiendo una página al azar (la 133 en
concreto), me he encontrado con estas palabras que me han resultado curiosas:
Y,
por supuesto, porque la trama es de las más atractivas con las que me he
encontrado a lo largo de mi vida como lectora y no solo por su originalidad. O
porque sus personajes están tan bien perfilados, tienen una personalidad tan
impactante y tan atractiva que me han asombrado.
Es curioso, porque no he llegado a empatizar con ninguno, aunque al final he redimido al Posibilista y eso me daba qué pensar, porque decidme la verdad, ¿a qué no es frecuente leer una novela donde todos los personajes te parezcan odiosos, que no veas en ellos un atisbo de humanidad y que consiga engancharte de tal manera? A mí me hizo pensar, en ocasiones, a El Padrino, de Mario Puzo, pero enseguida encontraba la explicación: escuchar la palabra Mafia implica que, por principios, vamos a ponernos en contra por todo lo que conlleva.
Sin embargo, este autor creó un protagonista tan contundente, con unos principios morales tan arraigados que nos hizo cuestionarnos que, en un momento determinado, nos posicionásemos al lado de semejante personaje. En este caso, ya os digo que no, que cuando se acaba la novela y haces un repaso, solo se salva el Posibilista y porque su historia personal, sus motivaciones, sí le humanizan.
Es curioso, porque no he llegado a empatizar con ninguno, aunque al final he redimido al Posibilista y eso me daba qué pensar, porque decidme la verdad, ¿a qué no es frecuente leer una novela donde todos los personajes te parezcan odiosos, que no veas en ellos un atisbo de humanidad y que consiga engancharte de tal manera? A mí me hizo pensar, en ocasiones, a El Padrino, de Mario Puzo, pero enseguida encontraba la explicación: escuchar la palabra Mafia implica que, por principios, vamos a ponernos en contra por todo lo que conlleva.
Sin embargo, este autor creó un protagonista tan contundente, con unos principios morales tan arraigados que nos hizo cuestionarnos que, en un momento determinado, nos posicionásemos al lado de semejante personaje. En este caso, ya os digo que no, que cuando se acaba la novela y haces un repaso, solo se salva el Posibilista y porque su historia personal, sus motivaciones, sí le humanizan.
En
lo que se refiere a la parte "protesta" no quiero extenderme para no
eternizarme. Simplemente salta a la vista que Daniel Vázquez Sallés cuenta con
un bagaje cultural, profesional y personal tan amplio, tan exquisito, que nos
ha regalado una crónica tan ácida como realista de lo que a lo largo de su
existencia ha podido comprobar en primera persona y entiendo que agradecérselo
es lo mínimo que podría hacer desde aquí.
Esta reseña participa en la iniciativa #SoyYincanera